miércoles, 19 de marzo de 2008

La adquisición de la lectoescritura en el nivel inicial

La lectura debe ser compartida para existir plenamente. Leer le abre al lector las ventanas de acceso a diversos mundos, tanto reales como imaginarios. Leer juntos, es un momento fabuloso, para que un niño pueda aprender lo que significa la escritura. El sucesivo acercamiento del niño a la obra literaria le posibilitará no solamente un certero conocimiento del mundo que lo rodea, a través de situaciones reales sino, que también le permitirá adecuarse a la sociedad en que le toca vivir.

Comenzará a comprender que las letras forman palabras y que las palabras nombran las imágenes. También aprenderá que cada letra tiene un sonido propio.
Disfrutar de cada uno de los pequeños y los grandes placeres que la lectura proporciona, con el niño, que aún no sabe leer, y que está aprendiendo, es el modo óptimo de adquirir logros inmediatos y mediatos, propiciar su desarrollo como persona, brindarle acceso al mundo del conocimiento, desplegar las alas de su fantasía, sentar las bases para que el aprendizaje de la lectura sea sólido.
Los niños que se han puesto en contacto con la lectura a muy corta edad, aprenden a leer más rápido y con mayor, facilidad. Lo realmente valioso no es que reconozcan los códigos de la letra escrita, sino que nazca en ellos el deseo de descubrir todos los tesoros que la lectura les promete. Y cuanto más disímiles sean las lecturas compartidas, mejor comprenderán, que más que un descubrir el código secreto, la lectura es la llave que abre la puertas a mundos in imaginados.
La lectura y la escritura van juntas. Mientras que el niño aprende una, simultáneamente está aprendiendo la otra. Los garabatos y los dibujos son sus primeros esbozos de escritura. Pronto empezará a escribir las letras del alfabeto. Esto le ayudará a discriminar los diferentes sonidos que cada una de ellas representan. Al ir descubriendo las letras y los diversos sonidos, éstos, le darán la noción sobre cómo deletrear las palabras.
Cuando comience a escribir palabras enteras, muy posiblemente, lo realizará cometiendo errores ortográficos de todos modos será digno de valorar su esfuerzo y nos daremos cuenta de que su intento es bastante bueno por ser la primera vez.
Al leerle en voz alta, será importante realizar una pausa de vez en cuando y señalarle las distintas letras y palabras que el relato contiene; como así también relacionarlas con los dibujos que representan cada una de ellas.
Para cuando alcanzan la edad de 4 años, los niños empiezan a entender que las palabras escritas contienen un significado. A los 5 años, la mayoría comienza a notar que las palabras están ubicadas espacialmente de izquierda a derecha. Muchos niños en esta etapa inclusive, comienzan a identificar letras mayúsculas y minúsculas y a “leer” palabras simples. Al finalizar el nivel inicial, el niño tal vez quiera leer por su propia cuenta. Será importante permitirle que lo haga, pero siempre y cuando esta iniciativa surja de él mismo. La lectura debe ser un motivo por el cual se sienta orgulloso.
Poco a poco su lenguaje interior se irá conformando, así se sentirá seguro, y podrá disfrutar, plenamente, del discurso literario. Hay muchas ocasiones que son propicias para compartir una buena lectura: al viajar en el coche, mientras retomamos el camino a casa, escuchando un CD con uno o varios cuentos... Pero verdaderamente, el momento especial para llevar a cabo esa lectura compartida es, obviamente, en su cuarto, cuando el niño se va a dormir.
El cuento de la noche debe tener un ritual propio. Para comenzar, será preciso que se le propine un tiempo exclusivo, dedicado sólo a disfrutar juntos de la lectura, sin padecer interrupciones. Tanto el adulto como el niño, tienen que sentirse cómodos, a gusto: sentados o acostados, siempre cerca uno del otro para que el pequeño logre contemplar las imágenes sin dificultad y también para intercambiar instantes de afecto. La elección puede realizarla el niño, aunque también es bueno que se le ofrezca alguna otra propuesta.
Al efectuar la lectura, el adulto no solo recrea la historia con su voz, sino que debe además incorporar sus dotes actorales para sacar a luz la emoción y el suspenso que el relato conlleve. Si al finalizar la narración, el niño quiere acotar algún comentario acerca de lo que el cuento le dejó, hay que detenerse a escuchar su reflexión sobre lo que acaba de oír. Pero el comentario debe ser siempre espontáneo, no se lo puede forzar a que realice un relato. Y, siempre, de más está decirlo... leer el cuento del principio al fin.

La lectura como llave para acceder a nuevos mundos

Nota publicada en la revista Iberoamericana de Educación en su versión digital.

El compromiso que las docentes tenemos con la lectura se manifiesta cada vez que se enseña y se entablan los vínculos afectivos que unirán de por vida al niño. La lectura de este modo forma lectores ávidos, imaginativos, creativos en definitiva se desarrolla el sentido crítico, de los futuros ciudadanos.

Para que este proceso llegue a su fin, en primer lugar los docentes deberemos rever nuestras prácticas, modificar los criterios de selección, bucear hasta hallar todos aquellos textos valiosos de autores reconocidos. La tarea alfabetizadora sentará raíces profundas y complejas, no se alfabetiza solo al enseñar a conocer las palabras, las letras o los textos. El poder del lenguaje radica en su capacidad transversal de atravesarlo todo. Mediante el uso del lenguaje escrito, se ponen en juego diversos propósitos, se tienen en cuenta también las situaciones comunicativas, sobretodo aquellas que se desarrollan con una frecuencia tal, que garanticen en los niños la continuidad mediante la cual,dichos acercamientos con las prácticas del lenguaje prosperen hasta lograr que se apropien totalmente de las mismas.
En el Nivel inicial, es de fundamental importancia, el iniciar a los niños en estos aprendizajes o retomar la enseñanza en aquellos que ya avanzaron en el uso de las prácticas sociales de lectura y escritura.
Un punto importante a tener en cuenta en este sendero, es el que se relaciona básicamente con la selección de textos adecuados e interesantes, el que leer se relaciona directamente con la conexión que une al docente con la lectura. He aquí el problema mayor a salvar. Deberemos rever nuestras prácticas lectoras. Si el docente no lee, o lee muy poco, poco podrá aconsejar, recomendar o estimular a sus alumnos para que lo hagan. Este problema de la docencia tiene una estrecha relación con la formación profesional adquirida. Volver sobre este problema revisar las prácticas y la relación directa que se da entre el docente y la lectura, bastará para poder retomar el camino duro y desafiante que propone el ser formadores de nuevos lectores o futuros escritores. El propósito es tener las aulas llenas de docentes apasionados por la lectura para poder observar luego como se produce la función multiplicadora que se provocará en sus alumnos. Enseñar a “leer” no solo con los ojos o el entendimiento sino con el corazón y la imaginación, invitará a atravesar fronteras a incursionar en nuevos mundos, a hacer posible lo imposible.
Es nada más ni nada menos, que formar libre pensadores, lectores críticos que puedan expresarse y defender sus ideas sin temor.
Por lo general en las salas de nivel inicial se piden cada año “un librito” para la biblioteca del aula. Aquí vemos que el poder de selección de los contenidos de los mismos escapa de las manos del docente y pasa directamente a las familias que son las encargadas de comprarlo y elegirlos. Importante sería, que sean los docentes los que eligieran que libros comprar y cuales no. Cada año al adquirir los materiales para usar durante el ciclo lectivo, cuantas veces nos hallamos frente a “libritos “de rara procedencia, cuyas historias están escritas sin ton ni son y muchas veces con finales dudosos o carentes de ellos, con una pobreza literaria extrema, que beneficia poco o nada a quienes escuchan esas historias.
La biblioteca del aula es de vital importancia, deberá tener libros capaces de incentivar, de dar placer de acercar a los niños para que se adueñen de ella. Sabido es, que se hace lectores leyendo, pero también escuchando a otros lectores, la variedad de autores en cuanto a propuestas literarias ampliará el universo lector de cada uno de los niños.
Es necesario que los niños participen en la elección de los textos, a la hora de optar por un cuento para leer, tan necesario como el que puedan acceder a visitar otras bibliotecas. El punto aquí es formar una comunidad de pequeños y pequeñas lectoras. Para ello es preciso respetar al niño lector, en toda la dimensión que eso implica. Brindando los docentes un trabajo serio previo, en cuanto a la selección de los contenidos, a enseñar, elección de los autores, y básicamente tomarse el tiempo de leer “TODO” el material antes que lo haga el niño.
Animarse a incluir dentro de la bibliografía seleccionada, textos extensos o con un vocabulario complejo. Con el correr del tiempo se podrá apreciar, que la atención de los pequeños cada vez será mayor, y no representará obstáculo alguno, ya que lo que está escuchando le resultará atractivo e interesante.
Irán aprendiendo a “escuchar”, a aportar anticipaciones. Se podrá alcanzar el placer, al pedir una y otra vez que se les narre la misma historia aprenderán a descubrir el humor, la tristeza y la magia etc.
El entorno en el cual deambulan los niños, que es el aula es un disparador permanente, si está preparado para tal cosa. Colocar letreros, carteles, poesías en láminas en las paredes, siempre accesibles a los niños, escritas en imprenta mayúscula provocará el interés por saber que dicen o intentar descubrirlo, leyendo ellos mismos.
Frecuentemente se producirán escrituras colectivas, niños que dictan textos a otros niños que los escriben como pueden o en su defecto se los dictan a la docente.
En el nivel inicial el objetivo primordial es la estimulación del lenguaje oral, realizando para ello diversas actividades, que invitan a jugar con las palabras, a partir de lo cual podrán advertir las múltiples posibilidades que el lenguaje diario nos presenta. Facilitando el contacto con variados elementos cotidianos, es como se comienza a acercar al niño a la lectura. Acercar los textos a los pequeños es la manera como aprenden a leer leyendo, esto les posibilita previamente realizar anticipaciones del contenido del texto de la mano de las imágenes (el contenido grafico) que el mismo posea.
El valor que tienen estas prácticas lectoras reside, en que irán posibilitando diferentes alternativas e ir ensayando diferentes estrategias lectoras.
El acceso a los primeros esbozos de escritura, van unidas a la lectura indefectiblemente. Mientras comienza a acceder a una, en paralelo va accediendo a la otra.
Al comenzar a escribir las primeras letras, le ayudará a comprender y a aprender que cada una de ellas tiene un signo grafico y un sonido particular. El conocer las letras le posibilitará poder comenzar a deletrear las palabras. Esto será un esfuerzo enorme para ellos y será digno de ser felicitado y estimulado por ello aunque al escribir no tenga en cuenta las reglas ortográficas.
Leer en compañía de un adulto es el momento ideal para que el pequeño comprenda lo que es la escritura. Leerles en voz alta, señalar las letras, y que esas letras conforman las palabras, y ver las ilustraciones que esas palabras representan, a la vez le ayudará a comprender el sentido de la escritura en su generalidad. Y que cada palabra tiene un significado en si misma. Iniciarlos en la lectura y en sus convenciones, lo ayudará a aprender como abordar un texto.
Disfrutar a diario de experiencias lectoras con los niños, compartir junto a ellos el placer del tiempo compartido, el gozo de la escucha , favorecerá el desarrollo de la fantasía y sentará las bases de futuros lectores, que aprovecharán leyendo, escuchando y compartiendo. En ese maravilloso momento cotidiano en el que todo se detiene y solo se deja correr la imaginación, docentes y padres son portadores de la llave secreta, que conduce a ese mágico mundo, no dudemos en abrirles las puertas lo antes posible.

La adquisición de la lectoescritura en el nivel inicial

Nota publicada en la Revista Iberoamericana de Educación.

Silvia Gabriela Combes

La lectura debe ser compartida para existir plenamente. Leer le abre al lector las ventanas de acceso a diversos mundos, tanto reales como imaginarios
Leer juntos, es un momento fabuloso, para que un niño pueda aprender lo que significa la escritura. El sucesivo acercamiento del niño a la obra literaria le posibilitará no solamente un certero conocimiento del mundo que lo rodea, a través de situaciones reales sino,que también le permitirá adecuarse a la sociedad en que le toca vivir.
Comenzará a comprender que las letras forman palabras y que las palabras nombran las imágenes.También aprenderá que cada letra tiene un sonido propio.
Disfrutar de cada uno de los pequeños y los grandes placeres que la lectura proporciona, con el niño, que aún no sabe leer,y que está aprendiendo, es el modo óptimo de adquirir logros inmediatos y mediatos, propiciar su desarrollo como persona, brindarle acceso al mundo del conocimiento , desplegar las alas de su fantasia, sentar las bases para que el aprendizaje de la lectura sea sólido.
Los niños que se han puesto en contacto con la lectura a muy corta edad, aprenden a leer más rápido y con mayor, facilidad. Lo realmente valioso no es que reconozcan los códigos de la letra escrita, sino que nazca en ellos el deseo de descubrir todos los tesoros que la lectura les promete. Y cuanto más discímiles sean las lecturas compartidas, mejor comprenderán, que más que un descubrir el código secreto,la lectura es la llave que abre la puertas a mundos inimaginados.
La lectura y la escritura van juntas. Mientras que el niño aprende una, simultáneamente está aprendiendo la otra. Los garabatos y los dibujos son sus primeros esbozos de escritura. Pronto empezará a escribir las letras del alfabeto.Esto le ayudará a discriminar los diferentes sonidos que cada una de ellas representan.Al ir descubriendo las letras y los diversos sonidos, éstos, le darán la noción sobre cómo deletrear las palabras.
Cuando comience a escribir palabras enteras, muy posiblemente, lo realizará cometiendo errores ortográficos de todos modos será digno de valorar su esfuerzo y nos daremos cuenta de que su intento es bastante bueno por ser la primera vez.
Al leerle en voz alta, será importante realizar una pausa de vez en cuando y señalarle las distintas letras y palabras que el relato contiene; como asi también relacionarlas con los dibujos que representan cada una de ellas.
Para cuando alcanzan la edad de 4 años, los niños empiezan a entender que las palabras escritas contienen un significado. A los 5 años, la mayoría comienza a notar que las palabras están ubicadas espacialmente de izquierda a derecha.Muchos niños en esta etapa inclusive, comienzan a identificar letras mayúsculas y minúsculas y a “leer”palabras simples. Al finalizar el nivel inicial, el niño tal vez quiera leer por su propia cuenta.Será importante permitirle que lo haga, pero siempre y cuando esta iniciativa surja de él mismo. La lectura debe ser un motivo por el cual se sienta orgulloso.
Poco a poco su lenguaje interior se irá conformando, así se sentirá seguro, y podrá disfrutar, plenamente, del discurso literario. Hay muchas ocasiones que son propicias para compartir una buena lectura: al viajar en el coche,mientras retomamos el camino a casa, escuchando un cd con uno o varios cuentos... Pero verdaderamente , el momento especial para llevar a cabo esa lectura compartida es, obviamente, en su cuarto, cuando el niño se va a dormir.
El cuento de la noche debe tener un ritual propio. Para comenzar, será preciso que se le propine un tiempo exclusivo, dedicado sólo a disfrutar juntos de la lectura, sin padecer interrupciones.Tanto el adulto como el niño, tienen que sentirse cómodos, a gusto: sentados o acostados, siempre cerca uno del otro para que el pequeño logre contemplar las imágenes sin dificultad y también para intercambiar instantes de afecto. La elección puede realizarla el niño, aunque también es bueno que se le ofrezca alguna otra propuesta.
Al efectuar la lectura, el adulto no solo recrea la historia con su voz, sino que debe además incorporar sus dotes actorales para sacar a luz la emoción y el suspenso que el relato conlleve . Si al finalizar la narración, el niño quiere acotar algún comentario,a cerca de lo que el cuento le dejó, hay que detenerse a escuchar su reflexión sobre lo que acaba de oir. Pero el comentario debe ser siempre espontáneo, no se lo puede forzar a que realice un relato. Y, siempre,de más está decirlo... leer el cuento del principio al fin.